Detrás de la puerta
El lápiz frotado contra el papel produjo un incendio.
Los dedos rotos del cansancio
Ardieron dejando un vacío de memoria
Las palabras formaron piel por encima de la ropa
Y el resplandor cálido de mis intestinos
Barrió con el comienzo.
La puerta se cerró detrás de mí
Y la cerradura inundó mis oídos
Diluyó mis amígdalas
No me dio sonrisas
Ni pieles erizadas
No rompió costillas enemigas
No traspasó paredes con certezas
No me dio falsos deseos
Dijo, leyendo una post-data:
Ir a donde el alfarero
Recoge su arcilla
Esperarlo encima de un árbol
Pedirle permiso
Lavarle los pies.